Creo
que mi problema fue que me perdía constantemente entre datos, fechas, lugares,
actividades, grupos de trabajo, colegios, artistas y mucho mucho más. Sin
embargo, esto no significa que no conozca, a grandes rasgos, lo que expresaba
el texto, que no era más que la narración de un proyecto artístico llevado a
cabo en museos, galerías y bienes patrimoniales de diferentes lugares de Reino
Unido, todo muy detallado por cierto.
Y
mientras intentaba concentrarme en la lectura, no podía evitar recordar
prácticas, si no similares, muy parecidas, en especial en cuanto a objetivos y
resultados; y esta es, sin duda, la parte del texto que más me ha interesado,
el fragmento del relato en el que la autora comenta:
“Los objetivos clave
del dibujo son capacitar a los visitantes para: experimentar, disfrutar,
centrarse y concentrarse, explorar, reflexionar, observar, investigar,
registrar información e ideas, analizar, sintetizar información e ideas,
percibir, sentir empatía, recordar, interpretar, observar conexiones, construir
significados, inspirarse, desarrollar curiosidad intelectual, desarrollar
hábitos de estudio independiente, compartir experiencias, sentimiento y
pensamientos e informar del discurso.”
Con esto, yo me pregunto
¿no es esto lo que busca todo proyecto educativo (artístico o no)?Por ello, y como mencionaba anteriormente, vinieron a mi mente prácticas artísticas realizadas fuera del aula, prácticas que había leído, escuchado, visto o experimentado en el pasado. Pero, a las que no había dado mayor importancia que las sensaciones momentáneas; sin reparar en cómo esas experiencias me ayudarían en el futuro y, por supuesto, sin reparar en todo el trabajo y las personas que hay detrás de estos proyectos educativos.
Quizá la lectura de hoy no logró atraerme. Ciertamente, lo que hizo fue aburrirme; pero, sólo en un principio, pues, al pararme a pensar en aquello que había “semi-leído”, ocurrió algo positivo, y es que el texto me hizo reflexionar y, por consiguiente, publicar hoy una entrada distinta a todas las anteriores.
Me
sentía bloqueada, sin palabras, no sabía por dónde empezar. Y casi sin darme
cuenta, las ideas comenzaron a surgir. Por fin, comprendía lo que había leído.
Lo que una persona pretende al poner en marcha una iniciativa educadora; a
pesar de haberlo vivido ya.
Recordé entonces las “experiencias artísticas” que semanas
antes había disfrutado de la mano de Cristina Francucci; o en las que, en su
día, el artista Claudio Parmiggiani ofreció a su joven público con su exposición en el MAMBO
(Museo de Arte Moderno de Bolonia); e incluso en los proyectos que mis
compañeros de máster elaboraban con esfuerzo y esmero para más tarde poder
hacerlo realidad con alumnos y alumnas.Quizá, pueda parecer que el trabajo expuesto aquí hoy no ha sido muy productivo. Dice mucho y no dice nada. O incluso ha podido resultar aburrido al lector, como me sucedió a mí con el texto que ha dado como fruto esta reflexión. Pues, a fin de cuentas, más que un resumen o análisis del texto, se trata de un comentario reflexivo personal. Pero, lo cierto, es que para mí sí que ha resultado ser satisfactorio e incluso, si lo pienso, ha logrado hacer que adquiera algunos de los objeticos que antes enumeraba, los que exponía la autora en el texto: disfrutar, reflexionar, registrar ideas, sentir empatía, recordar, interpretar, observar conexiones, construir significados, desarrollar curiosidad intelectual y compartir experiencias, sentimientos y pensamientos.
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